QUE ES EL AULA DE LA EXPERIENCIA?

La Universidad de Sevilla creó el Aula de la Experiencia en el curso 96-97 extendiéndose posteriormente a diferentes municipios, entre ellos Los Palacios y Villafranca.

Se trata de un programa de desarrollo científico-cultural, dirigido a personas mayores de 50 años (con y sin estudios) con el cual se pretende conseguir una serie de objetivos como facilitar un espacio para el debate científico o cultural, ofrecer un marco para las relaciones intergeneracionales, mejorar conocimientos profesionales y al mismo tiempo, mejorar la calidad de vida de las personas de estas edades y fomentar su participación en su contexto social como dinamizadores sociales.

LITERATURA-

Articulo de  D. Alvaro Romero, en el Diario de  Andalucia - Profesor de Literatura. 

Ana Romero –empleada de Correos, casada, dos hijas– era el Odioso Señor en el último montaje de la obra Tres sombreros de copa, de Miguel Mihura, que llevó al escenario La Treta, lacompañía del palaciego Paco Corbacho que desde hace dos años organiza también unaescuela dramática en la que niños desde los tres años y adultos sin límite de edad dan rienda suelta a su talento interpretativo.
«Yo he encontrado en esta escuela una de mis pasiones; a mí siempre me gustó el arte…», dice Ana sonriendo, y apostilla: «Y ser actriz». Se le nota. Sobre todo por ser una mujer tan dulce capaz de transformarse en un hombre tan repelente. Con ella actuaba una docena de compañeros más, y fue tal el éxito de su puesta en escena el pasado mes de junio que el teatro municipal hubo de habilitar otros días para repetir función. «No sé si disfrutó más el público o nosotros», duda el incombustible Corbacho, que lo es todo en esta empresa cultural. El pasado lunes se abrió el plazo para la matrícula del nuevo curso teatral en la Casa de la Cultura de Los Palacios y Villafranca, pues el Ayuntamiento llegó a un acuerdo con La Treta por el que aquel ponía las instalaciones y esta, la formación al módico precio de 10 euros mensuales.
Estos días se están formando tres grupos: el infantil, que trabajará alguna divertida adaptación para el disfrute de los papás cuando vean a sus retoños llevar una vida paralela sobre el escenario; el de los niños y adolescentes, de donde surge realmente la cantera con la que cuenta Corbacho para proyectos mayores; y el de los adultos, que está descubriendo talentos en palaciegos que la vida cotidiana retrataba como personajes planos. Ensayan una tarde por semana, y el resto sueñan con bordar el papel que les ha tocado. «El sistema Stanislavsky ha pasado de moda, era cruel, y al teatro venimos a divertirnos; no a pasarlo mal», asegura Corbacho, que proporciona a sus alumnos otros métodos para ser creíbles en su actuación.
La Treta ha calado tanto en la vida cultural palaciega que colabora con asociaciones de mujeres como Atenea, con quienes el pasado curso ensayó y representó la obra Oferta y demanda y cuya taquilla se destinó a causas benéficas. Ahora, el teatro de Corbacho acaba de aterrizar en la asociación local de discapacitados Aura, cuyos alumnos están impacientes por ser actores.
La de Paco Corbacho ha sido una carrera sin tregua y sin descanso. Con 33 años, ha terminado septiembre con éxito de público en la sala de Viento Sur, en el barrio sevillano de El Tardón, donde su compañía ha representado con actores de la talla de María Quesada y Carlos Bengo una de las últimas sensaciones de la dramaturga francesa Yasmina Reza: Un dios salvaje. Pero su carrera comenzó hace 20 años, en el IES Al-Guadaíra del pueblo sevillano del mismo nombre donde nació. A los 18 años formó su propia compañía, Hupa Teatro, con la que participó en actividades tan destacadas como la ceremonia de inauguración de los juegos ecuestres mundiales de Jerez de la Frontera, en 2002. Hasta 2007, Hupa Teatro fue proveedor de espectáculos para Isla Mágica. Desde 2011, Corbacho trabaja asimismo como coordinador y productor de eventos para Es-Cultura y Esco-Cultura, empresas de eventos, además de ejercer como director artístico en varios cortometrajes y anuncios publicitarios. «Con todo eso tiramos», explica, «lo del teatro lo hacemos en realidad por amor al arte».

  





Articulo de nuestro profesor de literatura Alvaro Romero Bernal en su blog personal Víéndolas Venir. 

Un X Parnaso con buen sonido y mejor pinta


El jueves pasado tuvo lugar nuestro X Patio del Parnaso. Diez se dice pronto, pero muy pocos de los que participamos en esta aventura cultural apostábamos hace tres años a que íbamos a persistir tanto tiempo después en estas reuniones porque sí sin más organización ni jerarquía que la nos ofrecen las redes sociales, el boca a boca y la curiosidad infinita de unos pocos convencidos precisamente de que las gestas culturales funcionan mejor sin estatutos ni presidentes ni tesoreros que diluciden sobre la última subvención. De eso está ya más que convencido Victoriano Rosal, el patriarca de estos encuentros que también esta vez rompió el silencio del patio saludando cual senador romano e invitó de nuevo al silencio para guardar memoria por el último fallecido en la N-IV, un padre de familia que venía de trabajar. Estuvo bien que los congregados en torno a la Cultura tuviéramos el arrojo suficiente de acordarnos también de las injusticias sociopolíticas con los pies bien asentados en la nueva solería de nuestro particular ágora bautizado con el nombre de un monte tan divino. Yo eché en falta la fuente, tal vez porque con chorro de agua o sin él me ha parecido siempre un trazo machadiano que el Patio merecía. Pero valoré, públicamente, el que el Ayuntamiento se haya encargado de mejorar sus instalaciones no sólo techándolo con una montera enorme, con lo cual podremos usarlo incluso en la edición invernal llueva o truene, sino también permitiendo la placa con el nombre que nos hizo nuestro amigo Eduardo Ponce, quitando los feísimos aparatos de aire acondicionado que deslucían tan bello lugar e incluso prometiendo una biblioteca de autores locales en una vitrina que terminará de engalanar el patio en torno al Saber. Lo que todo el mundo echó de menos fue un aire acondicionado que nos refrescara en una tarde que parecía ya de las peores de julio. Pero no todo se puede tener, dije yo, no sólo porque incluso en las casas propias hay que ir poco a poco con la inversión, sino porque la tarde se fue haciendo más llevadera con los soplos de aire fresco de los participantes y porque me dio no sé qué el ver a mi amigo y concejal Jesús Condán tan pendiente allí de todo... lo cual no es tan habitual en un concejal, y eso hay que valorarlo, lo mismo que la santa paciencia del conserje Antonio o del cámara de la televisión municipal, en esta ocasión, Manuel Amuedo, con esta panda de insaciables que somos los parnasianos.
El lema que se nos ocurrió para esta última noche fue 'Músicas pintadas. Ritmos en el lienzo'. No recuerdo por qué exactamente, pero como entusiasmé a mi amigo y pianista de cabecera del Parnaso Francisco Benítez Acosta, que ya ha demostrado ser un intelectual capaz de organizar cualquier orquesta cultural que se le ponga a tiro, pues persistí en la misma apuesta interdisciplinar en la que cabían tantos artistas como quisieran participar. El piano de Paco, con piezas de Bartók, Satie y Scriabin adobadas con su propio talento e inventiva, alucinó como siempre a los presentes, que fueron muchísimos, aunque esta vez más si cabe -me refiero a su poder alucinatorio- gracias a su objetivo de hacer evidentísima la relación impresionista entre las pinceladas cromáticas con los sonidos individualizados de su instrumento. 

Insistió en la misma idea, con lo cual acrecentó la razón de ser de la noche, mi amigo Antonio Repiso, que con otras compañeras del Aula de la Experiencia donde tengo la suerte de dar clases de Literatura, Ana Romero, María Sánchez y Josefina Moguer, interpretó una alegórica discusión entre Poesía, Música y Pintura, disciplinas que encarnaron cada una de nuestras amigas y que parecieron incardinarse en el cuadro que Repiso expuso en medio del patio, una especie de hombre de Vitruvio luminoso e iluminado con miles de pinceladas multicolores que se expandían desde su blanco vientre hacia los confines de ese mismo cuadro que servirá de portada a Su-Real-Ismo, un poemario suyo que tengo en casa desde hace meses con la promesa, aún incumplida, de revisar. 
Magistral como suele estuvo nuestro amigo Manolo González el Rapsoda, que tuvo el buen gusto de asistir con un oportunísimo poema del libro 'A la pintura' de Rafael Alberti a flor de boca. Lo declamó gustando y gustándose conforme avanzaba por los vericuetos de esos versos cromáticos que la nunca abandonada vanguardia del poeta de El Puerto inyectó en aquella obra que tan bien resumía su doble carácter de pintor flamenco mediante la palabra o la paleta. 

Nos acompañó en la noche otro Manuel González, de nombre artístico El Niño de la Cantarería, a quien yo había conocido tan sólo unas semanas antes en la peña El Pozo de las Penas y fiché inmediatamente para nuestro Patio. Su garganta tan de Vallejo o Juanito Valderrama y su pinta de chico cachas salido de un gimnasio alucinaron más todavía al público, sobre todo al neófito en el Patio, que descubría con el mismo cantaor que también con el cante por fandangos se puede pintar, se pueden hacer versos y se puede conducir uno por los caminos musicales del ensueño. Este palaciego del Pozo el Plaíllo tiene un futuro serio en el Flamenco. Ya lo verán. Igualmente genial estuvo el maestro de la guitarra El Niño del Fraile, de nombre José Manuel Ramírez Porfirio, quien tuvo la gentileza de acompañar con su sonanta a un joven cantaor al que casi nadie conocía, salvo su gente que aterrizó con él en la Casa de la Cultura (¡eso sí que fue una conquista!), a pesar de haberlo avisado con poquísimo tiempo y haber tenido que suspender unas clases para venir. Eso se llama caballerosidad, de la que queda poca. Al Niño del Fraile lo entrevisté yo hace más de una década en un programa que hacía en la radio de mi pueblo con el nombre de Papel Flamenco, pero no creo que él se acuerde. Ni casi nadie. No tuve oportunidad de recordárselo luego, porque no se quedó con El Niño de la Cantarería y otros cabales a la luz de la luna en la puerta de Miguel de Rosa para degustar unos boquerones del día hablando de lo humano y lo divino. Otras oportunidades habrá.
La noche se hizo más flamenca aún gracias a las instantáneas que nos enseñó nuestro amigo y colega el gran fotógrafo Francisco Amador Domínguez, uno de esos raros ejemplares de jovencito todoterreno que lo mismo escribe una crónica mejor que la mía que hace un reportaje de boda para inmortalizarle el día más feliz de su vida a una pareja de aquí o del otro lado de España, que se desvela la noche anterior para seleccionar las imágenes más mágicas que ha ido capturando en los festivales de la zona. Nos dejó boquiabiertos no sólo con las estampas de José Mercé como un Cristo abrazando la oscuridad, de Marina Heredia en comunión con los astros o de Itoly sacándose el duende de las entrañas, sino también con su semiótica precisa de retratador que sabe lo que retrata.

Su amigo y vecino José Miguel Algarín Guisado, ya parnasiano por derecho propio, nos volvió a ilustrar con su ingenio supremo sobre cómo las matemáticas tienen una vela en todos los bautizos, también en el de la música, ya que seis siglos antes de Cristo habían conseguido los pitagóricos formular unas notas que hoy seguimos conociendo del DO al SÍ en base al sonido armónico y periódico de unas cuerdas vibradas con unas longitudes y no otras. Algarín Guisado es uno de los mejores físicos de España, ha cosechado premios impensables en chavales de 27 años como él y ya es Hijo Predilecto de Los Palacios. Que también sea un parnasiano capaz de llegar con su mochila y su portátil y facilitarnos la exposición a los demás no tiene precio.

Como tampoco lo tiene que Sergio Román, músico, cineasta y polemista simpar por la red o por la calle, nos regalara un repaso por las secuencias más inolvidables del cine haciendo hincapié en sus bandas sonoras más impactantes y en sus leit motiv más hechizantes. Aunque suene a tópico, me quedo con Desayuno con diamantesRocío Mayo las interpretó todas con su clarinete de música disciplinada y amansadora de fieras en una noche en la que se nos terminaban las prisas, también a los padres de Sergio, que salieron de allí anchos como suelen salir los papás de un niño que abarca tanto. 
                Por allí estuvieron, silentes y agradecidos, otros amigos que esta vez no intervinieron pero que sienten el Parnaso como una debilidad irrenunciable, como mi compadre y compañero José Manuel Begines, que llevó a su cuñada Noelia Dorado;María Dolores Cecilia Amuedo, que acompañada de su marido, Juan Bernal, me sirvió para ejemplificarles a los demás que aquella reunión nuestra no era un foco de pedantes, sino una quedada de gente comprometida, como ella había descubierto para su bien y el nuestro la primera vez que asistió; los jóvenes de la política local José Manuel Triguero Begines, Florián Ramírez Luna, Jesús Jurado o Sandro Lay, aunque me hubiera gustado ver a muchos más. Creo que se fueron con un excelente sabor de boca, lo cual me llena de satisfacción, como suelen decir sus jefes… Me encantó la presencia de Antonio Rodríguez Sierra y su mujer, Soledad Cruzado, y hasta su niña, un ángel rubito que nos vivificó a todos... También asistieron gentes de la Cultura sotovoce como Margallo, Antonio Maestre, Manuel Murube o Eladio Domínguez… Igualmente, amigos de las redes sociales que seguro repetirán, comoCarmen Begines –a la que no volveré a llamar Conchi- o Inés Porras… Y, por supuesto, nuestro querido amigo Juan García Bodi, presidente de El Pozo de las Penas… 

Ahora nos da pánico el compromiso de que el próximo Parnaso tiene que ser mejor todavía. Las musas nos ayudarán. Para algo están, ¿no?

LA amor al arte».</div>EXPERIENCIA ES UN GRADO

Articulo de D. Alvaro Romero Bernal, profesor de Literatura en el Correo de Andalucía- 21-05-2014




Hay en Los Palacios y Villafranca un centenar de mayores de 50 años que vive una segunda juventud, pero sin la inocencia culpable de tantas frustraciones, sin movida que les zamarree el sueño, sin un porvenir atosigado por las dudas. Van a clase cada martes y jueves, en la sede que la Universidad de Sevilla les ha habilitado, mediante acuerdo con su Ayuntamiento, en la Casa de la Cultura. Ninguno olvida su carpeta, ni sus apuntes para la decena de asignaturas que se van sucediendo cada dos o tres semanas: Economía, Arte, Literatura, Historia, Cine, Informática… Ahora el saber ocupa menos sitio aún, pesa menos, es ingrávido como la magia que van descubriendo entre todos, amigos sin presiones, de cafés vespertinos, de excursiones durante todo el curso, de encuentros y convivencias. La experiencia es un grado, y sus profesores lo saben: por eso no tiene sentido el suspenso, ni la rabona, ni el estrés. Aprender por aprender sería la fórmula perfecta contra el fracaso escolar… si la vida se diera la vuelta.
La de este municipio del Bajo Guadalquivir es la décima y última sede provincial del Aula de la Experiencia, un programa universitario que nació hace ahora 18 años con el objetivo de «dar una oportunidad a aquellas personas que tras la finalización de su etapa laboral o por otras circunstancias deseen acceder a la formación y la cultura general, convirtiéndose en un foro de acercamiento y animación sociocultural que posibilita el desarrollo comunitario de las personas mayores de 50 años, potenciando sus capacidades lúdicas y creativas en torno a la cultura», según se explica en su propia web. En Los Palacios y Villafranca se cumple con creces con la descripción, y a pesar de haberse impartido sólo dos cursos, los profesores con años de experiencia en otras sedes como Francisco Toledo notan «la diferencia». «El entusiasmo, la vitalidad y las ganas de aprender que aquí encontramos no los hay en otros sitios», recalca. Tal vez la entrega de su coordinador, David Blanco, hacia quien se deshacen en elogios todos los alumnos, tenga mucho que ver.
El próximo martes clausuran el curso con un acto de graduación en el teatro municipal. Recibirán sus diplomas acreditativos, expondrán trabajos, visionarán algún vídeo, se emocionarán. Hasta entonces, organizan una jornada de puertas abiertas que persigue completar la formación de sus más de cien alumnos con charlas-coloquio y conferencias y, al mismo tiempo, animar a otros muchos vecinos a que conozcan y se unan a este proyecto.
El profesor universitario Enrique Domingo Fernández hablará mañana sobre la influencia de las matemáticas en el planeta Tierra. Todas las conferencias comienzan, en la Casa de la Cultura, a partir de las 19.30 horas.
HOMENAJE A NUESTRA COMPAÑERA LUPE
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Publicado en el Correo de Andalucía el 04-03-2014

Una librería o una tienda de regalos y decoración son simples negocios mirados desde el escaparate. Pero pueden ser también las ventanas por las que asomarse a las valientes trayectorias de quienes las montaron, fatigosamente, cuando el mundo de la pequeña empresa y el mundo del hogar concordaban con dificultad, sobre todo si quien no abandonaba el hogar para hacerse empresaria era una mujer. Tales fueron las hazañas de Lucrecia Guerrero Canto y de Mari Carmen Villarín Contreras, a las que su Ayuntamiento reconocía ayer sus respectivas trayectorias en las III Jornadas de Sensibilización del Emprendimiento, dentro de las actividades programadas para celebrar el Día Internacional de la Mujer.
Lucre abrió una librería con el apellido de su marido, Librería-Papelería Distinguido, hace ahora 31 años. Pero fue tal su dedicación y su carisma con proveedores y clientes que nadie en el pueblo sabe ubicar el negocio si no es por «la librería de Lucre». A lo largo de estas décadas, el establecimiento no sólo se ha consolidado en la localidad sino que ha integrado laboralmente a buena parte de la familia, incluidos sus tres hijos. Ahora, mientras Lucre lucha contra una grave enfermedad, son ellos los que dirigen el negocio, pero todos recordaban en el acto de ayer cómo Lucre iniciaba su vida laboral con 17 años, como encargada en la preparación de botes de aceituna para la empresa Libby y cómo, con los años, acabó teniendo manos para la librería, para la casa y hasta para confeccionar flores y tocados flamencos que le han requerido clientes de toda España. «Estoy pasando una rachita mala, pero no pasa nada; hay que seguir adelante», dijo ayer tras recibir una placa de reconocimiento de manos del alcalde, Juan Manuel Valle (IP-IU), y un aplauso que no terminaba por parte del público que abarratoba el salón de actos de la Casa de la Cultura. Allí estaba casi toda la saga de los Distinguido, su familia política, que ha dado cantaores, cineastas y confiteros a partes iguales en este municipio de 38.000 habitantes del Bajo Guadalquivir.
A Mari Carmen Villarín la conocen ahora como «la de Regalos Mari Carmen», pero eso las nuevas generaciones que han conocido sus establecimientos, paulatinamente ampliados, de regalos y decoración para el hogar. Desde hace más de 20 años se la conoce también en el pueblo como «Mari Carmen la de los veinte duros», pues fue la pionera local en instalar una de las famosas tiendas de Todo a Cien que tanto pulularon por la provincia a comienzos de los 90.
Con sus tiendas, Mari Carmen ha llevado su casa en las últimas dos décadas esforzándose por conciliar vida laboral y familiar. “Ahora trabajamos los de casa, pero antes de esta crisis llegamos a tener hasta cuatro personas de fuera contratadas”, decía ayer tras el aplauso que le dispensaron vecinos, amigos y familiares.
Apretada agenda cultural. La Delegación de Igualdad del Ayuntamiento palaciego inauguraba ayer la agenda programada para celebrar el 8 de Marzo con una charla de la concejala del ramo, Irene García, quien recordaba la lucha de la mujer por hacerse su justo sitio en la sociedad desde el siglo XVIII y no desaprovechaba la oportunidad para censurar los recortes en materia educativa, de sanidad y la nueva ley del aborto del Gobierno central. «Estamos dando pasos hacia atrás después de lo que han luchado mujeres como las que homenajeamos hoy, que son un ejemplo para estas nuevas generaciones que dudan si montar su proyecto o no por las muchas dificultades que se les presentan», dijo.
Hoy se repartirán lazos en el mercadillo de los miércoles y, por la tarde, está prevista una sesión de Cuentos por la Igualdad en la plaza de España. A las 19.00 horas tendrá lugar un reconocimiento a la Mujer Cuidadora, organizado por la asociación de discapacitados físicos Adifipa. A las 20.30 horas, se inaugurará en la Casa de la Cultura la exposición de la pintora local Inma Fierro bajo el nombre de Venus.
Hasta el próximo sábado día 8, están previstas actividades y talleres sobre gimnasia hipopresiva, charlas sobre la nueva ley del aborto, obras de teatro, jornadas de empleo dirigidas a mujeres o incluso la II edición del programa Descubre tu pueblo. Historia de la Mano de Obra Femenina en Los Palacios en el siglo XX, que incluye una visita al museo etnográfico de Juan Begines de la mano del archivero municipal Julio Mayo. Hasta el viernes, se desarrollarán talleres de pintura artística, artesanía, corte y confección y restauración en la Casa de la Cultura.

  • El sábado tendrá lugar el almuerzo-convivencia de mujeres, que este año organiza la asociación Atenea. Entre el 10 de marzo y el 4 de abril se desarrollará, por otra parte, una campaña de sensibilización dirigida a alumnos de 5º de Primaria de todos los colegios bajo el lema Educar por la Igualdad. Es un extenso programa de actos que organiza el Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca para conmemorar la lucha de la mujer y su capacidad emprendedora en este mu nicipio de la provincia.
Articulo publicado por nuestro profesor de literatura D. Álvaro Romero, el pasado día uno de marzo  en el Correo de Andalucía






Por Álvaro Romero Bernal. Doctor en Periodismo y profesor de Literatura
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En el curso que impartimos en el Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla sobre la gestión de los sentimientos universales en los poetas andaluces del siglo XX intentamos focalizar un valor concretísimo que haya catapultado a cada escritor estudiado a ese parnaso inolvidable del canon indiscutible. Antonio Machado, ese poeta profeta que nos advertía a los españolitos que íbamos a venir al mundo de que una de las dos Españas iba a helarnos el corazón; ese poeta modernista y sin embargo filósofo que interpretó en sus versos y en sus días aquel amargo romance de Lope, «de mis soledades vengo, a mis soledades voy…»; este poeta de eterna melancolía cuyos restos en el vergonzoso exilio más allá de los Pirineos nos siguen recordando, tres cuartos de siglo después, los usos y costumbres de esta pobre Patria nuestra con sus mejores hijos –no sólo los nacidos bajo aquel mal que llamaron del 98–; este poeta, digo, tan ligero de equipaje en vida como en leyenda, es sobre todo el poeta de la esperanza. O decidámonos con la mayúscula, sí: de la Esperanza, más allá de la tarde, del camino, de los peñascales de Castilla, de los lindos pegasos de madera… Y esa Esperanza ineluctable es la que hace de Antonio Machado un poeta no sólo inolvidable, sino –lo que es más importante– necesario.
La esperanza, que puede ser interpretada como la enfermedad de los ilusos, es no obstante el motor de los visionarios cuando éstos sustentan sus palabras en una aguda cosmovisión que siempre supera el desenfocado radio de lo estrictamente personal. Machado, que tantos motivos personales tuvo para la desesperanza, supo combatirlos todos a base de miradas solidarias hacia el porvenir. Sobre todo a partir de la edición definitiva de su libro capital, Campos de Castilla, en 1917. Y ello a pesar de que fue a partir de entonces cuando las razones desesperanzadoras, sibilinamente, empezaron a cercarlo a él y a su (nuestro) país. Había muerto Leonor, su gran amor; él envejecía, «triste, cansado, pensativo y viejo»; y aquella España «de charanga y pandereta» se deprimía más aún que la que acababa de perder Cuba y por ende el Imperio, aunque en su inconsciencia autodestructiva fuera el propio Machado quien tuviera que apuntar en alejandrinos: «Castilla miserable, ayer dominadora / envuelta en sus harapos, desprecia cuanto ignora».
Y sin embargo, la esperanza radical del poeta sevillano lo envuelve todo. Antes de que fallezca Leonor, su corazón «espera otro milagro de la primavera» tras contemplar las hojas verdes que le habían salido al olmo seco. Tras la muerte de su joven esposa, su esperanzada pluma puede seguir escribiendo: «Sentí tu mano en la mía, / tu mano de compañera, / tu voz de niña en mi oído / como una campana nueva, / como una campana virgen / de un alba de primavera. / ¡Eran tu voz y tu mano, / en sueños tan verdaderas!… / Vive, esperanza, ¡quién sabe / lo que se traga la tierra!». El poeta de la monotonía de lluvia en los cristales es ya un comprometido ciudadano que sueña con “una España implacable y redentora, / España que alborea / con un hacha en la mano vengadora, / España de la rabia y de la idea. Su carácter esperanzado es ahora una consigna vital que alcanza, existencialmente, hasta las raíces del religioso folklore heredado, para rechazar el sinsentido de un «Jesús de la agonía», aunque sea «la fe de mis mayores», y reivindicar al Jesús «que anduvo en el mar»…
Tal vez no haya versos que delaten mejor la esperanza de su ADN que aquellos inmortalizados por Serrat: «Caminante, son tus huellas / el camino, y nada más; / caminante, no hay camino: / se hace camino al andar». En esos cuatro versos radica un potente principio de amor a la vida, al libre albedrío, a la construcción personal. Y asimismo un antídoto contra el pesimismo, la desidia, el destino. Si es absolutamente verdad que se hace camino al andar, el futuro depende del presente, y el presente del pasado. Y tal afirmación es tan permanentemente esperanzadora que sólo un poeta de la talla artística de Machado –tan intensamente lírico, tan líricamente reflexivo– podía habérnosla legado.
Hoy conviene recordar esos versos, estudiarlos, reivindicarlos, promocionarlos, practicarlos. Los necesita esta juventud triste que, en la desestabilidad exiliada o en el paro interior, no ha tenido la suerte aún de que se los administren. Los necesita la población madura, cuya madurez ha de ser siempre un inteligente equilibrio entre la experiencia y el sueño inacabado. Los necesitan los viejos, que han de testimoniar, mal que les pese a algunos, la incontrovertible sabiduría machadiana.
Ya hace un siglo del despertar comprometido de un Machado que, pese a sus pérdidas, vislumbra como nadie –en verso o en prosa– las necesidades de una España cainita y atrasada que sueña con un futuro mejor, aunque para todo ello hubiera que pagar el excesivo precio de tanta sangre fraterna y derramada, de tantos años en el olvido del poeta y su esperanza. Ya hace 75 años de la muerte de un Machado que atravesó la frontera hacia el Colliure de su abandono, para dejar morir allí su cuerpo, que no su palabra, tan bella como utilitaria. Su legado poético, tan esperanzador, ha de servirnos para volver a proyectarnos otro siglo más, por muchas crisis que nos aticen. Comulguemos su último verso, su último aliento: «Estos días azules y este sol de la infancia».

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