Articulo de D. Alvaro Romero Bernal, profesor de Literatura en el Correo de Andalucía- 21-05-2014
Hay en Los Palacios y Villafranca un centenar de mayores de 50 años que vive una segunda juventud, pero sin la inocencia culpable de tantas frustraciones, sin movida que les zamarree el sueño, sin un porvenir atosigado por las dudas. Van a clase cada martes y jueves, en la sede que la Universidad de Sevilla les ha habilitado, mediante acuerdo con su Ayuntamiento, en la Casa de la Cultura. Ninguno olvida su carpeta, ni sus apuntes para la decena de asignaturas que se van sucediendo cada dos o tres semanas: Economía, Arte, Literatura, Historia, Cine, Informática… Ahora el saber ocupa menos sitio aún, pesa menos, es ingrávido como la magia que van descubriendo entre todos, amigos sin presiones, de cafés vespertinos, de excursiones durante todo el curso, de encuentros y convivencias. La experiencia es un grado, y sus profesores lo saben: por eso no tiene sentido el suspenso, ni la rabona, ni el estrés. Aprender por aprender sería la fórmula perfecta contra el fracaso escolar… si la vida se diera la vuelta.
La de este municipio del Bajo Guadalquivir es la décima y última sede provincial del Aula de la Experiencia, un programa universitario que nació hace ahora 18 años con el objetivo de «dar una oportunidad a aquellas personas que tras la finalización de su etapa laboral o por otras circunstancias deseen acceder a la formación y la cultura general, convirtiéndose en un foro de acercamiento y animación sociocultural que posibilita el desarrollo comunitario de las personas mayores de 50 años, potenciando sus capacidades lúdicas y creativas en torno a la cultura», según se explica en su propia web. En Los Palacios y Villafranca se cumple con creces con la descripción, y a pesar de haberse impartido sólo dos cursos, los profesores con años de experiencia en otras sedes como Francisco Toledo notan «la diferencia». «El entusiasmo, la vitalidad y las ganas de aprender que aquí encontramos no los hay en otros sitios», recalca. Tal vez la entrega de su coordinador, David Blanco, hacia quien se deshacen en elogios todos los alumnos, tenga mucho que ver.
El próximo martes clausuran el curso con un acto de graduación en el teatro municipal. Recibirán sus diplomas acreditativos, expondrán trabajos, visionarán algún vídeo, se emocionarán. Hasta entonces, organizan una jornada de puertas abiertas que persigue completar la formación de sus más de cien alumnos con charlas-coloquio y conferencias y, al mismo tiempo, animar a otros muchos vecinos a que conozcan y se unan a este proyecto.
El profesor universitario Enrique Domingo Fernández hablará mañana sobre la influencia de las matemáticas en el planeta Tierra. Todas las conferencias comienzan, en la Casa de la Cultura, a partir de las 19.30 horas.
HOMENAJE A NUESTRA COMPAÑERA LUPE
Publicado en el Correo de Andalucía el 04-03-2014
Una librería o una tienda de regalos y decoración son simples negocios mirados desde el escaparate. Pero pueden ser también las ventanas por las que asomarse a las valientes trayectorias de quienes las montaron, fatigosamente, cuando el mundo de la pequeña empresa y el mundo del hogar concordaban con dificultad, sobre todo si quien no abandonaba el hogar para hacerse empresaria era una mujer. Tales fueron las hazañas de Lucrecia Guerrero Canto y de Mari Carmen Villarín Contreras, a las que su Ayuntamiento reconocía ayer sus respectivas trayectorias en las III Jornadas de Sensibilización del Emprendimiento, dentro de las actividades programadas para celebrar el Día Internacional de la Mujer.
Lucre abrió una librería con el apellido de su marido, Librería-Papelería Distinguido, hace ahora 31 años. Pero fue tal su dedicación y su carisma con proveedores y clientes que nadie en el pueblo sabe ubicar el negocio si no es por «la librería de Lucre». A lo largo de estas décadas, el establecimiento no sólo se ha consolidado en la localidad sino que ha integrado laboralmente a buena parte de la familia, incluidos sus tres hijos. Ahora, mientras Lucre lucha contra una grave enfermedad, son ellos los que dirigen el negocio, pero todos recordaban en el acto de ayer cómo Lucre iniciaba su vida laboral con 17 años, como encargada en la preparación de botes de aceituna para la empresa Libby y cómo, con los años, acabó teniendo manos para la librería, para la casa y hasta para confeccionar flores y tocados flamencos que le han requerido clientes de toda España. «Estoy pasando una rachita mala, pero no pasa nada; hay que seguir adelante», dijo ayer tras recibir una placa de reconocimiento de manos del alcalde, Juan Manuel Valle (IP-IU), y un aplauso que no terminaba por parte del público que abarratoba el salón de actos de la Casa de la Cultura. Allí estaba casi toda la saga de los Distinguido, su familia política, que ha dado cantaores, cineastas y confiteros a partes iguales en este municipio de 38.000 habitantes del Bajo Guadalquivir.
A Mari Carmen Villarín la conocen ahora como «la de Regalos Mari Carmen», pero eso las nuevas generaciones que han conocido sus establecimientos, paulatinamente ampliados, de regalos y decoración para el hogar. Desde hace más de 20 años se la conoce también en el pueblo como «Mari Carmen la de los veinte duros», pues fue la pionera local en instalar una de las famosas tiendas de Todo a Cien que tanto pulularon por la provincia a comienzos de los 90.
Con sus tiendas, Mari Carmen ha llevado su casa en las últimas dos décadas esforzándose por conciliar vida laboral y familiar. “Ahora trabajamos los de casa, pero antes de esta crisis llegamos a tener hasta cuatro personas de fuera contratadas”, decía ayer tras el aplauso que le dispensaron vecinos, amigos y familiares.
Apretada agenda cultural. La Delegación de Igualdad del Ayuntamiento palaciego inauguraba ayer la agenda programada para celebrar el 8 de Marzo con una charla de la concejala del ramo, Irene García, quien recordaba la lucha de la mujer por hacerse su justo sitio en la sociedad desde el siglo XVIII y no desaprovechaba la oportunidad para censurar los recortes en materia educativa, de sanidad y la nueva ley del aborto del Gobierno central. «Estamos dando pasos hacia atrás después de lo que han luchado mujeres como las que homenajeamos hoy, que son un ejemplo para estas nuevas generaciones que dudan si montar su proyecto o no por las muchas dificultades que se les presentan», dijo.
Hoy se repartirán lazos en el mercadillo de los miércoles y, por la tarde, está prevista una sesión de Cuentos por la Igualdad en la plaza de España. A las 19.00 horas tendrá lugar un reconocimiento a la Mujer Cuidadora, organizado por la asociación de discapacitados físicos Adifipa. A las 20.30 horas, se inaugurará en la Casa de la Cultura la exposición de la pintora local Inma Fierro bajo el nombre de Venus.
Hasta el próximo sábado día 8, están previstas actividades y talleres sobre gimnasia hipopresiva, charlas sobre la nueva ley del aborto, obras de teatro, jornadas de empleo dirigidas a mujeres o incluso la II edición del programa Descubre tu pueblo. Historia de la Mano de Obra Femenina en Los Palacios en el siglo XX, que incluye una visita al museo etnográfico de Juan Begines de la mano del archivero municipal Julio Mayo. Hasta el viernes, se desarrollarán talleres de pintura artística, artesanía, corte y confección y restauración en la Casa de la Cultura.
- El sábado tendrá lugar el almuerzo-convivencia de mujeres, que este año organiza la asociación Atenea. Entre el 10 de marzo y el 4 de abril se desarrollará, por otra parte, una campaña de sensibilización dirigida a alumnos de 5º de Primaria de todos los colegios bajo el lema Educar por la Igualdad. Es un extenso programa de actos que organiza el Ayuntamiento de Los Palacios y Villafranca para conmemorar la lucha de la mujer y su capacidad emprendedora en este mu nicipio de la provincia.
ANTONIO MACHADO, EL POETA DE LA ESPERANZA
Por Álvaro Romero Bernal. Doctor en Periodismo y profesor de Literatura
En el curso que impartimos en el Aula de la Experiencia de la Universidad de Sevilla sobre la gestión de los sentimientos universales en los poetas andaluces del siglo XX intentamos focalizar un valor concretísimo que haya catapultado a cada escritor estudiado a ese parnaso inolvidable del canon indiscutible. Antonio Machado, ese poeta profeta que nos advertía a los españolitos que íbamos a venir al mundo de que una de las dos Españas iba a helarnos el corazón; ese poeta modernista y sin embargo filósofo que interpretó en sus versos y en sus días aquel amargo romance de Lope, «de mis soledades vengo, a mis soledades voy…»; este poeta de eterna melancolía cuyos restos en el vergonzoso exilio más allá de los Pirineos nos siguen recordando, tres cuartos de siglo después, los usos y costumbres de esta pobre Patria nuestra con sus mejores hijos –no sólo los nacidos bajo aquel mal que llamaron del 98–; este poeta, digo, tan ligero de equipaje en vida como en leyenda, es sobre todo el poeta de la esperanza. O decidámonos con la mayúscula, sí: de la Esperanza, más allá de la tarde, del camino, de los peñascales de Castilla, de los lindos pegasos de madera… Y esa Esperanza ineluctable es la que hace de Antonio Machado un poeta no sólo inolvidable, sino –lo que es más importante– necesario.
La esperanza, que puede ser interpretada como la enfermedad de los ilusos, es no obstante el motor de los visionarios cuando éstos sustentan sus palabras en una aguda cosmovisión que siempre supera el desenfocado radio de lo estrictamente personal. Machado, que tantos motivos personales tuvo para la desesperanza, supo combatirlos todos a base de miradas solidarias hacia el porvenir. Sobre todo a partir de la edición definitiva de su libro capital, Campos de Castilla, en 1917. Y ello a pesar de que fue a partir de entonces cuando las razones desesperanzadoras, sibilinamente, empezaron a cercarlo a él y a su (nuestro) país. Había muerto Leonor, su gran amor; él envejecía, «triste, cansado, pensativo y viejo»; y aquella España «de charanga y pandereta» se deprimía más aún que la que acababa de perder Cuba y por ende el Imperio, aunque en su inconsciencia autodestructiva fuera el propio Machado quien tuviera que apuntar en alejandrinos: «Castilla miserable, ayer dominadora / envuelta en sus harapos, desprecia cuanto ignora».
Y sin embargo, la esperanza radical del poeta sevillano lo envuelve todo. Antes de que fallezca Leonor, su corazón «espera otro milagro de la primavera» tras contemplar las hojas verdes que le habían salido al olmo seco. Tras la muerte de su joven esposa, su esperanzada pluma puede seguir escribiendo: «Sentí tu mano en la mía, / tu mano de compañera, / tu voz de niña en mi oído / como una campana nueva, / como una campana virgen / de un alba de primavera. / ¡Eran tu voz y tu mano, / en sueños tan verdaderas!… / Vive, esperanza, ¡quién sabe / lo que se traga la tierra!». El poeta de la monotonía de lluvia en los cristales es ya un comprometido ciudadano que sueña con “una España implacable y redentora, / España que alborea / con un hacha en la mano vengadora, / España de la rabia y de la idea. Su carácter esperanzado es ahora una consigna vital que alcanza, existencialmente, hasta las raíces del religioso folklore heredado, para rechazar el sinsentido de un «Jesús de la agonía», aunque sea «la fe de mis mayores», y reivindicar al Jesús «que anduvo en el mar»…
Tal vez no haya versos que delaten mejor la esperanza de su ADN que aquellos inmortalizados por Serrat: «Caminante, son tus huellas / el camino, y nada más; / caminante, no hay camino: / se hace camino al andar». En esos cuatro versos radica un potente principio de amor a la vida, al libre albedrío, a la construcción personal. Y asimismo un antídoto contra el pesimismo, la desidia, el destino. Si es absolutamente verdad que se hace camino al andar, el futuro depende del presente, y el presente del pasado. Y tal afirmación es tan permanentemente esperanzadora que sólo un poeta de la talla artística de Machado –tan intensamente lírico, tan líricamente reflexivo– podía habérnosla legado.
Hoy conviene recordar esos versos, estudiarlos, reivindicarlos, promocionarlos, practicarlos. Los necesita esta juventud triste que, en la desestabilidad exiliada o en el paro interior, no ha tenido la suerte aún de que se los administren. Los necesita la población madura, cuya madurez ha de ser siempre un inteligente equilibrio entre la experiencia y el sueño inacabado. Los necesitan los viejos, que han de testimoniar, mal que les pese a algunos, la incontrovertible sabiduría machadiana.
Ya hace un siglo del despertar comprometido de un Machado que, pese a sus pérdidas, vislumbra como nadie –en verso o en prosa– las necesidades de una España cainita y atrasada que sueña con un futuro mejor, aunque para todo ello hubiera que pagar el excesivo precio de tanta sangre fraterna y derramada, de tantos años en el olvido del poeta y su esperanza. Ya hace 75 años de la muerte de un Machado que atravesó la frontera hacia el Colliure de su abandono, para dejar morir allí su cuerpo, que no su palabra, tan bella como utilitaria. Su legado poético, tan esperanzador, ha de servirnos para volver a proyectarnos otro siglo más, por muchas crisis que nos aticen. Comulguemos su último verso, su último aliento: «Estos días azules y este sol de la infancia».